A Mies le gusta fumar puros y lo diseña todo. Desde 1918 toda su obra responde a los mismos conceptos arquitectónicos, porque Mies prefiere depurar lo ya inventado, desarrollándolo hasta sus menores detalles: Si cada día se inventa alguna cosa nueva, no se consigue nada serio. No cuesta nada inventar formas interesantes, pero depuradas hasta el final exige mucho trabajo.
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