viernes, 9 de febrero de 2007

Historias perdidas

La pared del trinquete está blanca. Se han borrado las pintadas, entre el paso del tiempo y la abrasión, ya nadie recuerda lo que ponía. Bueno, yo sí. Siempre estuvo allí, y mientras aprendía a darle de revés con dos manos también iba aprendiendo que la R con la O, RO. Y pasaron muchos años, y cuando llegaron las canastas (que día tan bonito), cuando los naturales de mi pueblo aprendieron lo que era un tipi, esa expresión seguía presidiendo al fondo del trinquete. No se sabe quien la hizo o quienes la hicieron. Tenía mucha fuerza. Fueron muchos veranos y algún que otro invierno, los que soportó la pintura roja sobre aquella pared de piedra. Y aquel testigo de la historia se fue para siempre de la pared de lo que, en sus buenos días, fue un trinquete. Ya casi nada es lo que era.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

vete a casa con Richochefo...

Anónimo dijo...

En los frontones pasan cosas porque son como escenarios de televisión.